otoño frió en Bs. As,
prendí el hogar esperando,
con quebracho como corresponde,
me tendí frente al fuego,
en la alfombra de cuadriculas blancas y negras,
sorbía lentamente mi café,
jugaba con mis pensamientos,
premeditadamente había aromado mi espacio,
con un inigualable canela y vainilla sobre manzanas rojas,
redondos recuerdos de humo,
dibujaban el aire con mi cigarro,
el cardamomo lo preparaba en silencio,
recién listo ese café aromático,
me dispuse a escuchar algo en el tono,
volví a la espera de mi mente,
al fondo de mi alma adormecida,
acudió a mi sopor lúdico, algo perverso,
el sinsentido mágico de la imaginación,
la concebí atada con seda sobre el tapete,
desnuda eclipsando el calor de la estufa,
subiendo el fuego de mis leños,
mirándola con un dejo de malicia,
he interrogando en silencio a su deseo,
ya febril intentando librarse implorando,
mi lengua hábil recorriendo insuficiente,
ella quería todo y yo más,
era el tiempo de los sentidos,
debíamos esperar tal vez la primavera,
quizás una nueva partida.
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